Primera salida del año

Antes de nada felicitar a Iker por su recién estrenada sección "El último boli bic". Gracias por haber aceptado mi petición de que escribieras aquí y gracias por dejarnos seguir disfrutando de tus reflexiones. A mi, por lo menos, me gustan mucho. ¡Ah!, se me olvidada, llamadme Charmed por favor. Creo que ya se ha utilizado demasiado mi nombre por aquí, así que si no os importa...Charmed.

Llevo bastante sin escribir. Más o menos desde el viernes. Todo ello es debido, como bien sabéis a que mis nuevos fines de semana están todos marcados con una "crucecita" que indica un ensayo. Éstos últimos, sin duda, han sido desastrosos. A mucha gente la han cogido en otros ballets, o sencillamente se han estresado con este proyecto que nos está quitando tantas y tantas horas y se han ido. Al irse, nos han dejado con una mano delante y la otra detrás.
Cambios por doquier. Yo antes tan sólo hacía de cuerpo de baile y del gobernador. Ahora hago de gobernador y de Conde Paris. Por una parte estoy contento, ya que tengo un papel algo más importante, pero la variación me resulta realmente difícil. Mi profesora me dice que me ve demasiado clásico en el papel, que tengo que buscar el rollo más contemporáneo. No obstante, eso no es fácil en una persona que es de los pies a la cabeza clásico, como lo soy yo. De todas maneras, se intentará y me esforzaré al máximo por conseguir lo que busca la coreógrafa en ese personaje.

Tras el ensayo, que finalizó más o menos sobre las 19:00h, dos amigas se vinieron conmigo hasta el Teatro Real. No hicimos nada especial, tan solo nos tomamos un Frapuccino en el Starbucks y nos sentamos en la Plaza de Oriente hasta que comenzó a llover estrepitosamente y nos marchamos obligados por la incesante lluvia.

Durante la estancia en Plaza de Oriente me llegó un mensaje de texto invitándome a cenar y, si cabía, salir un rato de noche. Acepté encantado, con la condición de que si salíamos no sería hasta muy tarde ya que al día siguiente aún tenía mi ensayo.
Cenamos, tras un breve discusión sobre dónde hacerlo, en un Telepizza. Gracias al 2x1 nos pedimos dos pizzas medianas, una para cada uno. Yo me la terminé entera -tenía mucha hambre- pero a mi amigo le sobraron tres pedazos de pizza. Él pensaba tirarlos y a mi me parecía un dolor, por tanto le dije que pidiera una caja pequeña y los guardase. Cómo saldríamos a la calle, seguro que nos encontraríamos a alguien pidiendo limosna y podríamos alegrarle un poco la noche con una buena cena. Y así fue, casi nada más salir del local, un hombre sentado en un banco con una radio acepto encantado nuestra oferta después de que mi amigo le pidiese información sobre cómo había quedado el Sporting.

Tener 18 años es un lujo para salir en Madrid, ya que puedes ir a dónde quieras. Y así me sentía yo en ese momento. Antes siempre tenía la sensación de que íbamos a terminar todos hacinados en el mismo garito de... -no quiero decir tacos-. Pero el sábado... el sábado fue diferente. Tenía ganas de que en la entrada me solicitasen el carnet de identidad, para poder sacarlo con gran regocijo y dejarlos boquiabiertos. La verdad es que no aparento 18.

En Gran Vía, justo en la fachada del edificio de Telefónica reparten una gran cantidad de pases para muchas discotecas y pubs de Madrid. Yo quería ir a Cool, ya que me habían hablado muy bien de esa discoteca. Así es pues que tras recoger los pases nos fuimos directos al local.
En la puerta había tres gorilas y una damisela en apuros. No parecía haber mucha cola -más bien ninguna-. Era pronto. Saludamos, entregamos los pases y nos adentramos en un pasillo de luces de neón. "¡Mierda! No me han pedido el carnet" pensé yo para mis adentros. Mi cerebro filosofaba recordando una frase... "Suele pasar que cuando cumples los 18 no te piden el carnet"... no recordaba quien me la había dicho. Pero era tan cierta...

Bajamos a la sala de abajo. Una gran habitación con una iluminada pista de baile. Arriba, gigantescas bolas de discoteca que hacían que el ambiente fuese de película. Sobre la pista había otras dos salas que desembocaban en balcones hacia la pista central. Una de ellas iluminada con luces verdes, sillones blancos de cuero y una música muy psicodélica. Y la otra en rojo, con sofás también blancos con una melodía indescriptible. Eso sí, estábamos sólos.
No había absolutamente nadie. Mi amigo me dijo que era normal, que habíamos entrado muy pronto y que la gente comienza a incorporarse hacia la 01:30h.

Supongamos que ya son las 01:30h y que ya ha comenzado a entrar la gente. Comienza a haber "ambientillo". Y cómo no, comienza a llenarse la pista. Ese momento escogí yo para incorporarme a la misma. Me hallaba rodeado de un sinfín de chicos guapos. No obstante ninguno me interesaba -ni yo a ellos, claro-.
La noche transcurría y se me comenzaba a acercar un tío muy muy "cachas". El hombre, era el doble que yo. Comenzó a acercarse demasiado, a la vez que yo me iba alejando. Finalmente yo ya no podía moverme más, pero notaba su presencia -que misterioso suena esto...-. Puso sus enormes manos sobre mis hombros y comenzó a masajearme. Yo estaba en la gloria. Tras el duro ensayo, necesitaba un masaje. Así que le dejé. No obstante poco a poco su masaje se fue pasando de color e intentaba tocarme cosas que no se deben tocar. Así que me giré y le dije, "¿de dónde eres?". "Milano" me contestó.
Cuando me giré pude percatarme de que era enorme. Y no muy guapo. Así que me escabullí como pude y me fui con mi amigo. Que ya estaba con otro. Realmente guapo, la verdad.

Estaba cansado y me senté un rato en el sofá. Me estaban llamando por teléfono, así que lo cogí. Una amiga. Estuve un rato hablando con ella, al tiempo que me estaban entrando unas ganas tremendas de ir al baño. Había bebido muchísimo agua durante la cena, y eso pasa factura.
Me asomé al baño y nada más entrar se me quitaron las ganas de mear. No porque no las siguiese teniendo sino porque no me gustaba ese ambiente... ahí creo que sería entrar y se te mete otro detrás y va a ser que no.

Sobre las 3:00h yo le comenté a mi amigo que debía de irme que sino llegaría muy tarde a casa y debía de dormir al menos siete horas para poder rendir al día siguiente. No me puso ninguna pega y me acompañó hasta Cibeles, dónde cogí un búho hasta Plaza de Castilla.
Llegué a casa y me tiré en la cama. Debía de despertarme sobre las 10:00h y así fue.