viernes, 27 de febrero de 2009

Disculpas...

Bueno, deciros que lo siento porque llevo casi medio mes sin actualizar. La verdad es que tengo mis razones. He estado completamente plagadito de examenes, muy liado con unas cosas y sobre todo, esta última semana malo.

Aún no me ha llegado ninguna historia del Folletín del siglo XXI. Sin vuestra participación la idea no se puede poner en marcha. Así que si no hay participación lamentaré cerrar la sección.

Un beso a todos, esperando poder actualizar en condiciones una vez que me recupere. Perdón pero es que me ha venido todo de golpe.

lunes, 16 de febrero de 2009

El folletín del siglo XXI



Llevo varios días pensando esta idea y por fín me he decidido a comentarla y que me deis vuestra opinión. O que, sencillamente, pueda contar con vuestra participación.

Como seguro que sabréis, durante el siglo XIX, en los períódicos se publicaba una especie de extensión denominada folletin. Se trataba de una novela por fascículos.
Yo propongo rememorar este folletín, pero introduciendo algunos cambios:

  1. En primer lugar, éste no será escrito por un sólo autor, sino que cada semana se publicará un fragmento de una extensión máxima de una cara de un folio, y posteriormente alguien deberá continuar la historia.
  2. Vuestros microrelatos que constituirán nuestros gran macrorelato deberán de ser enviado a mi cuenta de correo. Todo el mundo puede participar y en el caso de que lleguen varios correos para la misma parte de la historia (que sería lo ideal) yo elegiré uno al azar.
  3. Todos los fragmentos están señalados y firmados por el autor de ellos y cualquier tipo de plagio será completamente eliminado.
¿Qué se necesita?

  • Ganas de escribir.
  • Imaginación.
  • Un mínimo de calidad en la escritura y estructura del fragmento.
  • Que tu fragmento se relacione con el anterior propuesto. No serán válidas cosas completamente inconexas, sin previa justificación.

domingo, 15 de febrero de 2009

El Albir


Esta entrada va, en cierto modo, dedicada a mis tíos que se que leen el blog todos los días. Seguro que ellos con tan solo leer el título ya sabrán de qué estoy hablando, pero como no todo el mundo lo sabe creo que comenzaré la historia por el principio.

Todo comenzaba cuando mis tíos adquirían, cuando aún vivía mi padre, una casa en la Urbanización Golf del Albir. Aún recuerdo la calle, el número y el piso. Recuerdo también la primera vez que fuimos a visitarlo. Todo lo que en la foto veis alrededor no estaba. Podríamos decir que se trataba de una ciudad completamente en obras. Tan solo estaba esa urbanización, la playa, el paseo de las estrellas y algunas casas más.
Se trataba de un lugar tranquilo, muy tranquilo, dónde ricos extranjeros se escondían de la multitud y de un verano lleno de ruidos para disfrutar de la paz.

Mi hermana y yo pasamos un primer verano con mis tíos allí. Fue maravilloso. Conocimos a Laura, posterior gran amiga de ambos. Otra amiga, que solo estuvo el primer año que estuvimos fui Zaira.
Los demás amigos, pues yo he perdido el contacto con practicamente todos. Amigos de verano, que son sólo para el verano debido a la lejanía. Pero amigos, con los que te divertías un montón.
La verdad es que era muy gracioso. Laura, mi hermana y yo siempre estábamos en la piscina. De repente llegaba una nueva familia de vacaciones y fichabamos a sus hijos. Nos rifábamos quién iba a hablarles primero -lo típico, "¿quieres ser mi amigo?-. Siempre le tocaba a Laura, que era la que más morro le echaba. Era genial.

Nos levantábamos, más bien pronto, ya que mi tía siempre nos decía por las mañanas que qué hacíamos viendo la televisión con el buen día que hacía.
Desayunabamos en la terraza, un buen tazón -muy muy grande- de leche con cola-cao y dulces variados como magdalenas, sobados, galletas... Después salíamos a la piscina a esperar a que llegase Laura, que normalmente bajaba cuando ya habíamos hecho la digestión y ya podíamos bañarnos.
Recuerdo que mi abuela siempre salía todas las mañanas a dar un buen paseo. Cuando llegaba siempre nos mandaba tocarle el cuello para que notásemos cuánto había sudado. Seguidamente, se sentaba en un banco junto a la piscina en el que daba la sombra y observaba cómo jugábamos en la piscina.
Mi tía, un rato después sacaba su hamaca y se tumbaba al sol, hasta la hora de comer. A veces se daba un baño con nosotros. Era realmente genial. Solíamos comer, o bien en casa, abajo en la parcela de la terraza, o bien íbamos a algún restaurante. Recuerdo el restaurante Enrique. Mis tíos eran grandes amigos del que dirigía el restaurante y la verdad, nos trataban muy bien.

La urbanización estaba llena de gatos. Gatos que suponíamos salvajes o abandonados, pero que siempre estaban allí. Mi tía se encargaba de que no pasasen hambre y todos los días les compraba comida y se la servía. Era gracioso ver que a la hora de comer, todos los gatos se colocaban junto a la puerta de la terraza de mi tía, que era un bajo. Una de las gatitas, con un pelaje negro como el azabache era, sin duda, nuestra favorita. La única que dejaba que la tocases, la cogieses y jugases con ella.
Siempre dormía en una de las hamacas que había en la terraza, sin duda era una Princesa, haciendo honor a su nombre.

Mi tío siempre nos grababa. Hacíamos actuaciones en la piscina. Saltábamos, nadábamos y hacíamos una especie de espectáculo propio que mi tío grababa para el recuerdo. De hecho, fue mi tío quién nos enseñó a mi hermana y a mi a tirarnos de cabeza, a nadar bien y todas esas cosas que se hacen en el agua.

Pasamos grandes veranos en el Albir. Grandes veranos que ahora son un recuerdo y que espero que algún día podamos, mi hermana y yo, volver a esa casa en la calle Pau Casals. Volver a la playa de el Albir, dar paseos con mis tíos, salir de comida, bañarnos de noche en la piscina, acudir a los festivales de cine...

Electricity

Una gran canción, compuesta por un grande, y que expresa todo eso que siente un bailarín. Preciosa.


miércoles, 11 de febrero de 2009

2º B Bachillerato IES Cervantes (Madrid)

Imaginense que tienen una profesora de Lengua y Literatura completamente loca. Y cuando hablo de loca no me refiero ni a mala profesora, ni a que esté loca como para ir a un psiquiátrico. No. Podríamos decir que es una "cachonda". Una mujer que vive riéndose de todo lo que ve. Sin duda, me encanta. Hace lo que quiere, cuando quiere y porque quiere.
Nuestra clase se ha convertido en un embutido de personajes ficticios. Yo para ella soy Pepito Grillo, el de la fila de delante que todo reprocha, que nunca se calla nada y divaga en sus comentarios de texto.
Existe también Andrés -este no posee un mote original, pero porque ya vale él mismo- que constituye al estresado de la clase. A mi me cae genial este chico. Me parece, y no exagero, una de las mejores personas de clase. Yo le llamo Lloyd. Por si os lo preguntáis viene de Andrew Lloyd Webber.

La gran mayoría de los motes de mis compañeros de clase, que la profesora de Lengua y Literatura aprovecha para burlarse de ellos -sin ninguna mala acción, claro- me los he inventado yo. Es una tendencia rara mía. Siempre le cambio el nombre a todo el mundo.
De esta manera tenemos a Victoria Chacón, alias Chaconwsky. Una mujer que desde que la conocí este mismo año, creo que no ha cesado de reír en ni un sólo momento. Ríe en los pasillos, en clase, a la salida, en el metro...
Seguimos con mi compañera de al lado, Belén, alias Belenáutica o Nautilus. Sin duda otra de las personas con las que mejor me llevo de clase y a la que ayudo muchísimo, ya que se que se esfuerza mucho para aprobar pero suele suspender. Así que yo le dejo mis resúmenes, mis apuntes y demás cosillas que al final resulta que los tiene toda la clase. Como delegado, no es mi deber, pero ya ven...soy la voz de la conciencia de mi clase.
La clase continúa con el chico más alto de todo el instituto, 2,08 metros. Una bestialidad. Se llama Pablo, pero cómo Pablo significa "pequeño", cosa que no le pega para nada yo le llamo Pol.

Tanto Chaconwsky, como Elena -de la que no he hablado- tienen estuche. No un estuche normal, no. El estuche de Chaconwsky es un tigre, llamado Tiger y el de Elena una vaca, a la que yo llamo Mss. Cencerro.

Creo que me he desviado bastante de mi tema inicial. Mi profesora es por tanto, una caja de sorpresas. La ves por los pasillos con otra profesora a su lado. La compañera charla efusivamente con ella. Sin embargo, mi profesora opta por ponerse unos auriculares, haciendo caso omiso de la otra profesora, que continúa hablando completamente sola. Lo que venía diciendo, se ríe de todo el mundo, pero es realmente genial. De mi, a pesar de que me considera un "tocanarices" -a veces creo que lo soy un poco- dice que tengo buen estilo escribiendo, aunque a veces divago -cierto es- en mis comentarios de texto.

Esta mujer, que al principio yo odiaba cómo podéis leer en algunos posts iniciales, se está convirtiendo en una de las profesoras que mejor me están llegando a caer.

lunes, 9 de febrero de 2009

Cambios, cambios y más cambios




Sí, cambios. Pero empecemos la historia por dónde debe de empezar toda historia, por el principio. Este fin de semana estuve en mi tierra. Una pequeña escapadita para realizar unas grabaciones de ballet que necesitaba. Las fotos que veis arriba me las sacó una amiga. Perdonadme por el pequeño tamaño, pero es que no teníamos tarjeta de memoria y tuvimos que reducir el tamaño de las fotos al máximo para poder sacar un buen número de ellas. Espero que os gusten, de todas maneras.
El caso es que llegué a Asturias sobre las 12:00 del medio día. Mi madre me fue a buscar a la estación y fuimos a mi casa, dónde dejé la maleta, cogí mi bolsa de baile, la comida que me había preparado mi madre en un tupper y me fui a mi antiguo conservatorio.
Allí me esperaba Rocío, para realizar las grabaciones. La verdad es que lo pasamos genial, pero después de pasarse seis horas seguidas bailando uno acaba realmente derrotado. Y así estaba yo. No obstante, vinieron dos amigas mías a casa hacia las 21:30 y cenamos juntos en mi casa y lo pasamos realmente bien. Se marcharon sobre las 02:00 de la mañana y yo me acosté. Lo necesitaba intensamente.

Al día siguiente, pensaba ir a ver a mis tíos y a mi abuela. Sin embargo, tenía demasiadas tareas pendientes del instituto. Comentarios de texto, estudiar para examenes, trabajos, deberes... En fin, un retahíla de tareas que consiguieron que no les pudiera ver. Espero recompensarselo la próxima vez.
Ese mismo domingo, cogía el tren de vuelta a Madrid a las 18:15. Un viaje relajado. La película que nos pusieron era Scoop de Woody Allen. Sin duda, genial película. No la había visto, pero fue realmente graciosa.
Junto a mi, en el tren, había una chica de unos treinta años diría yo, que se pasó todo el viaje estudiando inglés y buscando palabras y más palabras en su diccionario de mano. Hubo momento en que pensé ayudarla, porque la verdad que la veía un tanto perdida. Jamás había visto a nadie darle tanto uso a un diccionario en una fracción tan reducida de tiempo.
Detrás, dos señoras que casualmente se habían vuelto a sentar juntas. Me imagino que la ida, Madrid-Gijón les tocaría sentarse juntas, y conversarían mucho. La casualidad las volvió a unir, ya que no se callaron durante todo el viaje. Yo, mientras tanto hacía estragos por intentar concentrarme en la biología.

La profesora de matemáticas, como era de esperar, aún no ha corregido los examenes. La verdad es que los profesores son el espécimen más vago que existe en el mundo. Mira que es fácil corregir un examen, pero no, ellos se pasan todo el fin de semana haciendo yo que se que en vez de sentarse toda la tarde a corregir unos pocos examenes. Señores profesores, nosotros nos pasamos la tarde entera haciendo las millones de trabajos que ustedes nos ponen y estudiando toda la tarde también para aprobar sus infinitos examenes.

Mi clase no ha cambiado nada -y esta es la relación con el título-. Esta semana tenemos dos examenes: uno, el miércoles, de biología; y otro el jueves de Ciencias de la tierra y Medioambientales. Ya han cambiado el de C.C.T.M.M y ahora pretenden cambiar también el de biología. Vale, por una parte es bueno cambiarlo ya que así podré estudiarlo mejor ya que es un extenso temario lo que nos entra en el examen. Pero por otro lado... prefiero no cambiarlo.
Lo dicho, que me hartan con tantos cambios de examenes. Siempre estamos con las mismas discusiones en clase y no puede ser.

viernes, 6 de febrero de 2009

Incompetencias, planos y rectas

Por fín se ha terminado esta semana. Una semana dura dónde las haya. Dura en el sentido de "filosófica". Supongo que todos tendréis una ligera idea de a lo que me refiero.
El caso es que ya ha pasado la tormenta, y ahora -espero- vendrá una época de calma, de estabilidad y bajas presiones.

Hablando de presiones tengo que contarlo, porque la verdad que me hizo muchísima gracia -luego sentí pena-. Cómo cada mañana yo me levanto realmente pronto, sobre las 06:30. Y después me dispuse a desayunar viendo un poco la televisión, el tiempo, las noticias y esas cosas. Durante la previsión temporal, aparecía una nueva presentadora que dudo que siga en la cadena tras la tontería -más bien "burrada"- que soltó. Dijo textualmente: "la cota de nieve bajará hasta los seiscientos mil metros".
Si que ha bajado la cota de nieve ¿no? Ja, ja, ja, ja. Pobrecilla, me da pena porque seguro que ya la han despedido tras su aparición. El caso es que no fue un fallo momentáneo. Sino que repitió la misma frase unas tres o cuatro veces.

Mi semana ha continuado pues normal, depende de cómo la miremos. Hoy por la mañana tuve un examen de matemáticas. Un examen un tanto polémico. Os cuento. En mi instituto, ya que el aula que poseemos este año tiene una morfología demasiado complicada como para hacer una distribución de mesas para hacer un examen, se hacen en la llamada Aula Magna. Se trata de una gran sala dispuesta escalonadamente con un gran número de asientos. Sin duda el mejor sitio para copiar -desafortunadamente yo no soy de esos-. Nuestra profesora de matemáticas, Mª Luisa, es una profesora extravagante y hortera al cuadrado. Su forma de vestir podría incluso multiplicarse por once en la escala de las peores vestidas del momento
Su actitud, de pacifista y víctima. Ya hemos intentado hablar con ella, comentarle que, sin duda, no la entendemos cuando explica y que se pierde gran cantidad de tiempo en clase. A veces perdemos incluso una clase entera corrgiendo un sólo ejercicio. La verdad, es bastante fuerte.

Todo el problema comenzó, sin embargo, porque durante lo que debía de ser nuestro examen, se introdujo otro curso en el aula para hacer otro examen. Estaba claro que eso iba a ser un caos, sobre todo porque el examen del otro curso no era general. La mitad de la clase se encontraba en la parte final del aula hablando sin parar, cosa que en un examen de matemáticas no es nada beneficioso en cuanto a concentración.
Los aspersores se ponían en funcionamiento. Muchos alumnos comenzaron a chistar, ya que el murmullo trasero iba in crescendo. Un amigo mío se rebeló y, no dispuesto a aguantar esa total desorganización y desconcentración continua dejó su examen en blanco y se marchó. Pensé en seguir su ejemplo, pero me arrepentí después de recordar los esfuerzos que había tenido que hacer yo para que el examen me saliese bien. Al final, no he salido contento del examen. La clase en general ha mostrado un descontento total, tanto con la profesora con el examen -realmente difícil- lo que supondrá que el lunes habrá numerables quejas.

martes, 3 de febrero de 2009

41st Memory: Le désir


Tras mi última Memory y tras vuestros comentarios, he recapacitado. He pensado y pensado y pensado. No sólo sobre la soledad, que es de la única que no consigo sacar conclusiones claras, sino de recientes problemas relacionados con la motivación. Sí, me refiero al ballet.

Los bailarines y en general todos los artistas tenemos una personalidad cargada de altibajos debido a las continuas decepciones y alegrías en que nuestro "trabajo" nos ahoga. Bien es cierto que cuando ya has bajado, sólo te toca subir. No obstante después del ascenso siempre viene una bajada. Imaginaros que se trata de una montaña rusa cargada de altas subidas.
Estás subiendo, eufórico por el momento. Continuas subiendo hasta que llegas hasta el borde. A medida que bajas, liberas toda esa adrenalina contenida que posteriormente te dará una sensación de relax.
El caso de los bailarines esto no sucede así exactamente. Nuestro caso puede verse reflejado en aquella persona a la que nada da miedo, ni siquiera una mísera atracción y que la llegada al final de la montaña rusa ha conseguido que llegue a pensar que ha malgastado todo ese dinero que ha podido gastar. ¡Esa es la sensación!
Llegas abajo y te sientes como -por una vez voy a ser literal- una mierda. Una mierda que todo el mundo pisa, llena de taras por doquier.

Sin embargo los bailarines no siempre estamos solos. Tenemos compañeros, profesores, amigos externos al baile incluso, que nos pueden ayudar.
En mi caso fue una conversación con mi profesora de los Lunes, Miércoles y Viernes. Esta profesora es de carácter contrario a "Ella"-el que no lo entienda que lea entradas de hace unos cuantos días y comprenderá de lo que hablo-.
El caso es que tuve una clase desastrosa, principalmente por una obsesión mía que tengo con ciertas zonas de mi cuerpo. Obsesión que se transformó en una visión diferente en los ojos de mi profesora. Me dijo que a veces, cuando estamos afectados por algo tendemos a seleccionar culpables que satisfagan nuestra culpa.
Pensé lo que me dijo durante un largo rato y en realidad puede que tuviese razón en ese sentido. Está claro que lo que hablo de mi cuerpo, me obsesiona y me condiciona muchas veces, pero también es el agobio, stress, llámenlo como quieran, que siento delante de otros profesores. Quiero destacar tanto que estoy empezando a trabajar para ellos. Eso nunca debe de ser así.
No debo de estar tan sumamente pendiente de lo que esté pensando cada profesor de mi en cada segundo de la clase y en cada segundo de cada ejercicio. ¡No!. Tengo que comenzar a trabajar para mí.

Mi profesora me dio un consejo realmente sabio que desde luego pondré en práctica. Me dijo que me olvidase de todo lo que pensaba a día de hoy y que sencillamente volviese a recordar cómo me sentía en mi primera clase, las ganas que tenía cuando empecé a bailar, cuando me vine a Madrid, cuando actuaba...que comenzase a volver a tener esa ilusión que se tiene al empezar y que desde luego es la que te hace continuar día a día. En dos años que llevo bailando -lo que para un bailarín significa llevar 2 meses de vida- he mejorado de tal manera que no se podría establecer ninguna diferencia en cuanto a tiempo bailado con mis compañeros. Compañeros que llevan quizá desde los 7 años bailando.


Ojalá hubiera comenzado yo antes. Hubiera aprovechado el tiempo muchísimo más de lo que cualquiera de ellos lo ha aprovechado. Da rabia, pero sin duda pienso buscar, buscar y rebuscar hasta volver a ir a clase con ese brillo en los ojos. Esas ganas de expresar con lo que más me gusta en el mundo y más deseo por encima de todo que es bailar.
Dejo de escribir porque me emociono con sólo hablar del baile: La pasión de mi vida, la ilusión permanente de mi ser.

lunes, 2 de febrero de 2009

En busca del Goya perdido

[POST PROGRAMADO]

Albert Solé, recibió ayer durante la ceremonia de los Goya, el galardón al mejor documental. Después de una noche de fiesta, al recoger sus pertenencias del guardarropa de una discoteca su "estatuilla" ha desaparecido. La Academia sugiere que el galardón ha sidro sustraído.

El título suena a película de cine y es que de cine va el tema. Como supongo que todos sabrán, ayer tuvo lugar la Ceremonia de Entrega de los premios Goya por la Academia de Cine española.
De entre los galardonados se encontraba Albert Solé, que recibió el premio al mejor documental.

Solé, tras la gala se dispuso a celebrarlo con el equipo de Los crímenes de Oxford. Supongo que acudirían a una discoteca, un bar, pub o sabe Dios a dónde. Todos ellos dejaron sus abrigos, bolsos, etc... en el guardarropa del local -más o menos lo que hacemos todos- La diferencia es que el Sr. Solé sin duda se olvidó de leer el pequeño, pero legible "cartelito" que te advierte de la irresponsabilidad de dejar objetos personales en el lugar. El Sr. Solé no hizo caso del mismo y no es que se dejara la cartera o el móvil -objetos de valor de la vida cotidiana- sino que se dejó nada más y nada menos que el Goya al mejor documental que horas antes le había sido entregado.

Y yo me pregunto. ¿En qué cabeza cabe esto? ¡Normal Sr. Solé! ¡Normal que le hayan secuestrado a su Goya! Pero ¿cómo demonios se le ocurre a usted dejar una cosa de tal valor ya que no existen dos Goyas iguales, según afirma su creador José Luis Fernández, en un guardarropa de una discoteca?
¿Espera que ahora le llamen los secuestradores pidiendote un rescate Sr. Solé?
Si son inteligentes estoy seguro de que lo harán.

Pero lo que, en conjunto consigue enervarme tanto es el poco cariño que se le puede tener a un Goya. Los Goya son como la copía, por no decir "la" copia de los Oscar estadounidenses pero a la española, lo que los hace algo de lo más cutre y que todo actor español posee. Aunque este sea el más mediocre del mundo. Si has salido en una película española, tendrás tu Goya. Tarde o temprano, pero lo tendrás. Y sino preguntarle a Maribel Verdú.
El caso es que si en vez de un Goya llega a ser un Oscar y creo que ya lo hubiera guardado bajo llave el Sr. Solé.




domingo, 1 de febrero de 2009

40th Memory: La solitude

Foto: Tomada por mí el sábado 31 de Enero de 2009 desde mi habitación.
Sé que soy bastante quejica en este sentido, pero, sinceramente, cuando me da la vena solitaria y pesimista necesito expresarlo. Así que os pido que simplemente escuchéis.

Pensaréis que la vida en Madrid, lejos de tus amigos, tu familia, etc... es lo más divertido del mundo ya que no tienes que responder ante nadie. Eres libre para hacer lo que quieras, dónde quieras y cuando quieras. Sin embargo esto no es del todo así.
Una vez que has estado tanto tiempo haciendo lo que querías, pensando que en una ciudad tan grande hay mil cosas que hacer, mil sitios que conocer, mil lugares a dónde ir... te das cuenta de que estás completamente sólo.
Sí, es cierto, tengo amigos en el instituto, en ballet, conocidos de haber salido de noche, etc... pero vuelvo a repetir que Madrid es una ciudad realmente grande. No es cómo Gijón, dónde puedes perfectamente estudiar toda la tarde del sábado y a las 19:00, llamar a un amigo para dar una vuelta, despejarse y luego volver al estudio sobre las 20:00. Eso en Madrid es práctica o definitivamente imposible a no ser que tus amigos vivan en tu mismo barrio, zona, o lo que quiera Dios que sea.

Durante la semana rezo para que nunca llegue el fin de semana. Lamentablemente siempre acaba por llegar.
Los fines de semana, momento esperado por todo estudiante inteligente o no, se convierten para mí en la plenitud de mis pensamientos. El no tener nada, diferente al estudiar, qué hacer consigue que pierda el tiempo de una forma descomunal y qué me dedique a pensar y pensar y pensar. Cosa nada conveniente, os lo prometo.

Si no me equivoco llevo en Madrid desde el día 1 de Septiembre, lo que supone 22 fines de semana que equivalen a 44 días sólo, y a 176 comidas y cenas en la soledad. Unas 176 hamburguesas (McRoyal Deluxe) llevo ya comidas contando con la de esta noche. 176 hamburguesas que hubieran sabido mejor de haberlas compartido con algún amigo o persona especial.

Mi compañera, la música. Mi acompañante, un libro. Alguien que me quiera, negativo. Alguien a quien quiera, negativo. Nada, absolutamente nada, y no quiero plagiarle la idea a Carmen Laforet.
Con lo de nadie a quien quiera me refiero en cuanto a amor. Está claro que quiero a mi familia, a mis amigos, etc.. Esta explicación es un tanto estúpida, si es que os considero inteligentes. (Y así lo creo)

En definitiva, gracias por escuchar mis continuos lamentos, pero que en cierto modo son las cosas que consiguen que yo siga adelante. De un modo o de otro, el escribir lo que pienso consigue que me despoje de ello, al menos durante un largo período de tiempo. Así me relajo, duermo bien y no sueño con el futuro.

De nuevo, nieve




Hoy me he levantado realmente pronto - sobre las 10:30 porque tenía que ayudar a mi hermana con unos textos de filosofía. Nada más abrir los ojos, como acostumbro a hacer todas las mañanas, me quedé unos instantes inmóvil, mirando al techo. Creía que nada podía molestarme en ese momento, pero me equivocaba. Sobre las persianas repiqueteaba un ensordecedor tintineo. Cómo no, me dispuse a abrir las persianas ipso facto y para mi sorpresa llovía. Tan sólo llovía. Enérgicamente, pero sólo llovía.

Me fui a desayunar. Galletas con leche como cada mañana. Durante el desayuno estuve viendo un documental sobre el primer hombre que consiguió despertar un día en Nueva York y al día siguiente estar en Paris. Se trataba del primer vuelo transatlántico que hubo en la historia, que duró unas treinta y seis horas. Un gran logro, desde luego.

A la vuelta a mi habitación ocurrió una escena que pefectamente pudo haber encajado en cualquier película - si es que estoy hecho todo un actor-. Pasé de largo las ventanas del salón, pero de repente me paré, mi cara cambió por completo y apareció una enorme sonrisa. Anduve hacia atrás cómicamente y empecé a dar saltos por la casa, "¡Está nevando! ¡Está nevando!".
Minutos después tomé el video - con mi móvil- que podéis ver al comiezo de la entrada. Es corto, pero tenía ganas de grabarlo.
Nevaba estrepitosamente fuerte. Grandes copos, del tamaño de palomitas. Al principio caían tan deprisa que era imposible distinguir unos de otros, pero por momentos parecía que amainaba el temporal y el viento ascendía haciendo que los copos se ralentizases y se pudieran observar esos pequeños trozos de algodón de azúcar que poco a poco cubrían toda la Castellana de blanco.

No obstante, me reí para dentro pensando en todos los desastres que podría volver a causar la nieve. E incluso me estremecí al pensar que el lunes quizá cerrasen mi escuela de baile. De todas maneras, me encanta la nieve.