domingo, 15 de febrero de 2009

El Albir


Esta entrada va, en cierto modo, dedicada a mis tíos que se que leen el blog todos los días. Seguro que ellos con tan solo leer el título ya sabrán de qué estoy hablando, pero como no todo el mundo lo sabe creo que comenzaré la historia por el principio.

Todo comenzaba cuando mis tíos adquirían, cuando aún vivía mi padre, una casa en la Urbanización Golf del Albir. Aún recuerdo la calle, el número y el piso. Recuerdo también la primera vez que fuimos a visitarlo. Todo lo que en la foto veis alrededor no estaba. Podríamos decir que se trataba de una ciudad completamente en obras. Tan solo estaba esa urbanización, la playa, el paseo de las estrellas y algunas casas más.
Se trataba de un lugar tranquilo, muy tranquilo, dónde ricos extranjeros se escondían de la multitud y de un verano lleno de ruidos para disfrutar de la paz.

Mi hermana y yo pasamos un primer verano con mis tíos allí. Fue maravilloso. Conocimos a Laura, posterior gran amiga de ambos. Otra amiga, que solo estuvo el primer año que estuvimos fui Zaira.
Los demás amigos, pues yo he perdido el contacto con practicamente todos. Amigos de verano, que son sólo para el verano debido a la lejanía. Pero amigos, con los que te divertías un montón.
La verdad es que era muy gracioso. Laura, mi hermana y yo siempre estábamos en la piscina. De repente llegaba una nueva familia de vacaciones y fichabamos a sus hijos. Nos rifábamos quién iba a hablarles primero -lo típico, "¿quieres ser mi amigo?-. Siempre le tocaba a Laura, que era la que más morro le echaba. Era genial.

Nos levantábamos, más bien pronto, ya que mi tía siempre nos decía por las mañanas que qué hacíamos viendo la televisión con el buen día que hacía.
Desayunabamos en la terraza, un buen tazón -muy muy grande- de leche con cola-cao y dulces variados como magdalenas, sobados, galletas... Después salíamos a la piscina a esperar a que llegase Laura, que normalmente bajaba cuando ya habíamos hecho la digestión y ya podíamos bañarnos.
Recuerdo que mi abuela siempre salía todas las mañanas a dar un buen paseo. Cuando llegaba siempre nos mandaba tocarle el cuello para que notásemos cuánto había sudado. Seguidamente, se sentaba en un banco junto a la piscina en el que daba la sombra y observaba cómo jugábamos en la piscina.
Mi tía, un rato después sacaba su hamaca y se tumbaba al sol, hasta la hora de comer. A veces se daba un baño con nosotros. Era realmente genial. Solíamos comer, o bien en casa, abajo en la parcela de la terraza, o bien íbamos a algún restaurante. Recuerdo el restaurante Enrique. Mis tíos eran grandes amigos del que dirigía el restaurante y la verdad, nos trataban muy bien.

La urbanización estaba llena de gatos. Gatos que suponíamos salvajes o abandonados, pero que siempre estaban allí. Mi tía se encargaba de que no pasasen hambre y todos los días les compraba comida y se la servía. Era gracioso ver que a la hora de comer, todos los gatos se colocaban junto a la puerta de la terraza de mi tía, que era un bajo. Una de las gatitas, con un pelaje negro como el azabache era, sin duda, nuestra favorita. La única que dejaba que la tocases, la cogieses y jugases con ella.
Siempre dormía en una de las hamacas que había en la terraza, sin duda era una Princesa, haciendo honor a su nombre.

Mi tío siempre nos grababa. Hacíamos actuaciones en la piscina. Saltábamos, nadábamos y hacíamos una especie de espectáculo propio que mi tío grababa para el recuerdo. De hecho, fue mi tío quién nos enseñó a mi hermana y a mi a tirarnos de cabeza, a nadar bien y todas esas cosas que se hacen en el agua.

Pasamos grandes veranos en el Albir. Grandes veranos que ahora son un recuerdo y que espero que algún día podamos, mi hermana y yo, volver a esa casa en la calle Pau Casals. Volver a la playa de el Albir, dar paseos con mis tíos, salir de comida, bañarnos de noche en la piscina, acudir a los festivales de cine...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se ve muy lindo todo.

Aparte de compartir con tus tíos el estar en un lugra tan bonito.

No sé porque cuando leo algo de Gatos, más me duele que mi gatita ya no esté en mi casa.

Besos azules!!!

Anónimo dijo...

Qué bonito post... :)

A ver cuando puedes volver allí. La verdad es que los veranos de la infancia son inolvidables, y cuando vuelves años después al mismo lugar se te agolpan los recuerdos. A mí me pasa con Llanes, ya que siempre iba allí de vacaciones. El año pasado no fuimos y ahora estoy descontando los días que me quedan para volver.

Besos,
iker

Charmed_boy dijo...

Llanes... he estado.
Es precioso.

Cuando vayas, si estoy yo por Gijón te iré a ver ¿ok?

Un beso Iker.

Anónimo dijo...

No se como lo consigues pero tu forma de escribir encandila, al leer es como si se formara una imagen precisa en mi mente xD

Por cierto ami desde chico los animales abandonados me daban miedo, sobre todo los gatos porque arañaban y eso xD.