miércoles, 7 de marzo de 2012

The Masters are all gonne and dead.

Acabo de llegar del médico: hay buenas y malas noticias. Comencemos por las buenas. No hay ningún tipo de rotura o fractura por estrés, es básicamente muscular. Sin embargo las malas noticias son que el médico considera que el tiempo de recuperación será de unas 6 semanas en total... Lo que significa que voy a tener problemas para tener una gran cantidad de ensayos. Así que en cuanto vuelva de nuevo a clase después de todo este tiempo que tengo que reposar tengo que ponerme las pilas de una manera impresionante si quiero obetener algo de la competición y si quiero aparecer en Sueño de Una Noche de Verano.
En cuanto comience a sentirme con menos dolor voy a intentar hacer algo de Yoga, muy despacio para comenzar las recuperación física y así cuando comience de nuevo a clase no ocurra ninguna lesión insesperada por ir demasiado deprisa.

Con todo este tiempo libre, no paro de leer. Ya me he terminado dos libros de Historia de la Danza que tenía. Interesantísimo Apollo's Angels de Jennifer Homans. Aunque el último capítulo  me ha parecido un tanto pesimista. Según la autora, y para terminar un libro de 700 páginas que recorre toda la historia del ballet clásico desde sus comienzos en la corte de Luis XIV hasta nuestros días, el ballet está muerto. Los grandes maestros y compositores se han ido y los únicos que quedamos somos una sociedad que no se dedica a innovar en el arte. Una sociedad cuyo única perspectiva del arte es el restablecimiento de los antiguos clásicos. La autora continúa afirmando que esto solo lleva a que el ballet se quede estancado en un reflejo de lo que fue en su etapa de máximo apogeo con nombres como el de Marius Petipa, Lev Ivanov, Galina Ulanova, Vaslav Nijinski, Sergei Diaghilev, Bronislava Nijinska, Antony Tudor, Sir Frederic Ashton, Rudolf Nureyev.... o George Balanchine.

Mi opinión personal es que, por supuesto, nos encontramos en una etapa de cero artística a un nivel mundial. Pero la culpa no es sólo de la comunidad en sí, sino de la sociedad en la que vivimos hoy en día.
El ballet, en tiempos de Nijinski era una de las artes más importantes, junto con la ópera. Sin embargo hoy en día, se ve relegado a un segundo plano.
Y la culpa es de las nuevas generaciones. Se ha perdido el verdadero espíritu de todas las coreografías que se bailan y se reviven hoy en día. Tomamos estos ejemplos de videos y grabaciones en los que la máxima expresión corporal se pierde en dos dimensiones. El resultado es, por lo tanto, un ballet en dos dimensiones, sin sentimiento. Incluso aquellos ballets que en su época rechazaban el dram-ballet procedente de la recién instalada URSS, como es el caso de Les Ballets Russes de Diaghilev tenían algo que iba más allá. Los nuevos coreógrafos de la compañía buscaban el ballet sin expresión, la coreografía por el mero echo de la coreografía, ballets sin historia -veáse el caso de Balanchine-. Sin embargo, había algo en la manera de ejecutar los pasos, las creaciones de Stravinsky, tan mal aceptadas en la época, que colocados uno al lado del otro creaban un ballet cargado de fuerza, de expresión, que se ha perdido en las actuaciones de hoy en día.

Por supuesto, hay excepciones. Pero de nuevo, estoy hablando en general.
Necesitamos un cambio.

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