martes, 13 de septiembre de 2011

Bajo el sol abrasador de la Seguridad Social

Ayer fue un día para recordar. 
Me levanté muy pronto, hacía las 06:20h ya que mi amiga Mirella pasaría a buscarme para ir juntos a la oficina de la Seguridad Social a obtener nuestro respectivo número para que nos puedan pagar.
Cuando llegó, yo aún no había terminado de desayunar. Sin embargo decidí empezar a llamar a un taxi para que nos viniera a buscar. Comencé por el número al que suelo llamar. Nadie contestaba. Llamé entonces a otros números de taxi, también sin respuesta alguna.
Ya no sabía que hacer, había llamado a cada número como unas tres veces y ninguna operadora me contestaba.
Se me ocurrió la idea de que hay un hotel bastante cerca de mi casa. Podríamos ir andando hasta allí y tener suerte de encontrar unos cuantos taxis esperando en la puerta del hotel. Para más inri, no había ninguno.
Ya sin espranza, decidí entrar al hotel y pedir por favor que nos llamaran a un taxi. La recepcionista fue muy amable y nos lo pidió al momento. Tras unos diez minutos de espera el taxi ya había llegado.

El viaje hasta la oficina de la Seguridad Social pareció más corto de lo que era, ya que la oficina se encuentra practicamente al lado del aeropuerto -como a una media hora en coche desde mi casa-.

Ya estábamos dentro y no tuvimos que esperar mucho para que nos llamaran. Había, relativamente, poca gente. Así fue que en veinte minutos más o menos ya habíamos terminado.
Sin embargo, no teníamos dinero en efectivo suficiente para pagar otro taxi de vuelta. Así que decidimos andar hasta la parada de autobús más cercana y esperar por un autobús que nos llevase hasta la estación central de autobuses. Y desde allí, ya ir andando hasta la escuela, que serían unos veinte minutos más o menos.
Tras una media hora esperando a que llegase el autobús correcto, llegamos a la estación central.
Desde allí, utilicé mi móvil para buscar el destino en Google Maps. Sin embargo, Mirella estaba convencida de que sabía por donde ir así que me fié de ella y la seguí. Para cuando pudimos darnos cuenta estábamos en S. Orange Ave. Es decir, habíamos estado caminando en la dirección contraria durante unos cuarenta y cinco minutos.
Con bastante cabreo, dimos la vuelta en dirección a dónde de verdad teníamos que ir que era N. Orange Ave. Caminamos durante casi una hora y media bajo un sol abrasador y ya llegando tarde a clase. Pero llegamos, es lo importante. Y puedo decir que ahora conozco otras partes de la ciudad que si no hubiera sido por haber ido andando un poco -a pesar del calor- nunca las hubiera llegado a situar.

No hay comentarios: