jueves, 7 de agosto de 2008

32nd Memory

Foto: En el monte, Irene, Andrea, Lara, Bea y yo.
Chicos, deciros que, estoy vivo. Pero, vamos a empezar por el principio, ¿correcto?
Antes de ayer, me desperté y levanté a las 7:00 de la mañana. Todo un logro, sabiendo que estamos en verano. Pues buen, lo hice porque el padre de una amiga mia pasaría a recogerme en mi portal sobre las 8:30 y tendría que estar preparado para esa hora (Soy muy tardón a la hora de prepararme). A las 8:51 (ni un minuto más ni uno menos) tendríamos ya que coger nuestro tren en dirección Laviana.
Durante la larga hora de trayecto yo iba hablando y hablando mientras mis amigos dormían. Llegamos a Laviana y allí estaba el coche de otra amiga mía esperándonos para llevarnos al Condao, el pueblo de una de mis amigas. Una vez allí, cargamos nuestras mochilas de comida para subsistir un día arriba en el monte, y nos acercaron hasta donde comenzaba la ruta.
La ruta...no creía que hubiese trayectos tan empinados como esos, y encima con gravilla que lo único que hacía era impedirte el desplazamientos, únicamente consiguendo que te resvalases hacía atrás. En fin, ya os imaginais como fueron las dos horas de subida ¿no?. ¡Pues no! Os olvidáis de los tábanos, mosquinos y cualquier raza de bichos voladores que lo único que consiguen es que durante todo el trayecto yo, grite como un "maricón" en apuros. Seré sensato: yo iba completamente "cagado" de miedo. Afortunadamente iba muy bien preparado. El día anterior a la salida me acerqué hasta el Mercadona y me compré una especie de parches que desprendían un olor a Citronella, una sustancia que la gran mayoría de los insectos la repelen. Gracias (o no) a esto, a mi no me picó nada, pero a una amiga mía...le picaron cinco tábanos. Imaginense su pierna, parecía una morcilla. Pobrecilla.

Y ya hemos llegado arriba, después de andar esquivando "mierdas" de vaca, caballo, toro, etc...
La casita, muy mona: típica casa asturiana del siglo catapún. Y como buena casa del siglo catapún se dividía en varias partes. La "casa" originaria, donde dormía el pastor en sus tiempos era una habitación donde dormía el padre de mi amiga que fue nuestro guía durante el camino. Y la otra parte era la cuadra, y en el piso de arriba el pajar. Adivinais donde dormi yo ¿no? En el pajar. Dormí junto a otra amiga en una cama, cuyo colchón, hecho de algodón no medía más de 5 cm de alto. Las sábanas, parecía que se hubiesen meado encima, ya que debido a la gran húmedad que había en el ambiente se encontraban algo mojadas. Dormir fue toda una calamidad, principalmente porque ese colchón de algodón solo conseguía que mi amiga y yo nos fuesemos los dos en dirección centro de la cama y la cama quedase en forma de V con nosotros en medio. Por la mañana, comprenderéis que tenía un fuerte dolor de espalda ¿no?

Al día siguiente, me levanté y ví como el padre de mi amiga nos calentaba la leche del desayuno en la chimenea. Fue bonito y campestre.
Después de desayunar nos encaminamos a pasear un poco (3 horas) por el monte. Me quemé la cara, un caballo me mostró claramente que la tenía más grande que yo, y se me rompió la cámara de fotos. ¡Ahhhh! y se me olvidaba: yo, que soy muy listo iba caminando a mear en el prado (por dios, no le contéis esto a nadie, nunca pensé que podría mear en un prado con todas las moscas mirándome) y me encontré con un toro en medio de mi camino. No un torito ¿eh? Un buen toro. Y claro, yo quería que se quitase el camino y empecé a torearle. Me quité la camiseta y empecé a, como dije antes, torearle.
El toro se levantó y empezó a levantar polvo con la pata, como consecuencia me largué inmediantamente ya que me miraba de una menera un tanto extraña, y me fui a orinar (que fino soy) a otra zona.

Lo más bonito de toda la excursión, la noche. Imaginaros que empieza a oscurecer, pero aún podeis ver el sol introduciendose entre las montañas. La niebla comienza a cubrirlo todo y tienes que entrar en la casa a cogerte una chaqueta ya que sopla una brisa extremadamente fría.
Cuando sales, la niebla ya no lo cubre todo, impidiendo ver todas las montañas, sino que se ha depositado en las zonas bajas como si de algodón se tratase, haciendo que el paisaje fuese demasiado bonito para mis ojos. Cuando te cercionas de donde estás, todo se ha vuelto oscuro. Oyes los ruidos del bosque durante la noche y te relajas, te tumbas y te dispones a ver las estrellas. ¡Qué maravilla Dios mio! ¡Qué maravilla!

Sin duda, a pesar de las dificultades del camino, la excursión valió la pena, sobre todo si la haces en compañía de tus mejores amigos, que solo te armonizan el camino. Os quiero muchísimo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues es que, al final, las excursiones, si vas con amigos, siempre merecen la pena... A pesar de los bichos, la humedad y demás, siempre son una buena experiencia.

Besos, y me alegro de que sobrevivieras,
iker

Anónimo dijo...

Finalmente cada esfuerzo siempre tiene su recompensa, y miralo que así es, al menos no llegaste con mil picaduras, siempre te quedara un recuerdo de haber vivido algo bueno como subir a ese monte, jaja con la gente que tanto quieres.

Besos Sobreviviente

eGeo dijo...

Me ha encantado cuando hablabas de los mosquitos y del toro y todo eso. Jajaa! A quién se le ocurre ponerse a torear!?!?!?
Bueno, cuídate!
Muáaaaa

Si me dices serie,... dijo...

A ver una cosita, a ver una cosita que me aclare yo: ¿laviana?, ¿pero no sé suponia que estabas en madrid?
oficialmente me perdí algo :S


Hombre, alma candida de mi vida y de mi corazon, es que solo a ti se te ocurre torear a un toro que te encuentras por ahi. Osea que te asusta un simple mosquito pero un toro, animal mucho mas grande que tu no, es más, te pones a jugar con él.... no cabe duda: eres raro

:P



Bueno, al final lo pasaste bien y fue una gran aventura, eso es lo importante.

maxx dijo...

ai que bueno nen xD!! jaja!! solo se te ocurre a ti torear a un toro, jaja!! (mmm... ahora te imagino con un ajustado traje de luces :P jaja!!)