domingo, 26 de diciembre de 2010

Oh Extraña Navidad

Ya sólo quedan unas horas para que la Navidad se termine y comience la espera a que este año 2010 termine y comience un 2011 lleno de nuevas aventuras y experiencias -si pueden ser buenas, mejor-.
Pero, no puedo dejar este día navideño sin contar cómo han sido mis primeras navidades en el extranjero. En una palabra: raras.

Todo comenzaba ayer, viernes 24 de Diciembre. Tras el matinee de Cascanueces, pude venir a mi casa. Iba a ir a una cena de Nochebuena, por tanto tenía que llevar algo. Se me ocurrió hacer cupcakes y galletas para llevar de postre.
Comencé por las cupcakes. Resultado final: un desastre -sólo la primera horneada-. No había que poner tanta cantidad en los moldes... Pero, ¡en ningún sitio decía eso! ¿Cómo iba yo a saberlo?
Me pasé toda la tarde -llegué algo tarde a la cena, por supuesto- cocinando y nada salía como mi mente esperaba que saliese, así que cesé mi intento y comencé a ducharme y a arreglarme para ir a casa de mi amiga María.

Ya había terminado de vestirme, metido todos los postres en unos tupperware y cogido todos los regalos, mientras María no paraba de enviarme mensajes al teléfono preguntándome dónde estaba. -Lógico. Ya llegaba media hora tarde y todo el mundo estaba esperando por mi-.
Salí volando hacia su casa y por fin llegué. Todo estaba muy navideño decorado y en la calle hacía un frío horroroso.
Había bastante gente, de la compañía y familiares de su compañera de piso. Todos portugueses. Y ahora es dónde comienza la descripción de rarezas de esta cena: En primer lugar; no había una mesa dónde sentarse. Simplificando, no nos íbamos a sentar alrededor de la mesa, sino que habría mesas con comida en plan picoteo. ¿Dónde se ha visto esto?.
Conclusión, grupos: el de los portugueses y el de los no-portugueses.

La comida, sin embargo, estaba bastante bien. El padre de la compañera de mi piso de mi amiga María hizo un pavo, un arroz con gambas y queso, más todo lo que había para picar y eso... No estaba mal.
Más tarde el hombrecillo se dispuso a encender la chimenea para darle un toque navideño y rústico a la velada. ¿En qué momento le dejamos hacer eso?.
Mientras preparaba todo el material, se le veía con poca experiencia en encender chimeneas, y así fueron los resultados: una humareda en el interior de la casa. -No saltó la alarma de incendios de milagro-.
María y yo, aburrido y asfixiados por el humo, decidimos marcharnos a mi casa. Dormimos aquí y hoy, 25 de Diciembre por la mañana, tuvimos una navidad muy hogareña.
En primer lugar, nos levantamos algo tarde, nos vestimos -cada uno con nuestras nuevas prendas que nos habíamos regalado el uno al otro- y salimos a la calle a dar una vuelta por el helado y nevado Boston. Estuvo bien, pero hacía demasiado frío.
Después volvimos a casa, y nos hicimos unos huevos fritos con patatas que me supieron a gloria, para continuar con una velada de películas de Alfred Hitchcock.

En general, unas navidades raras alejado de la familia. A ver que me espera para el año nuevo...


1 comentario:

betulo dijo...

Pues imagínate lo raras que te serán cuando estés de gira por el hemisferio sur: ¡UNAS NAVIDADES CÁLIDAS! y si encima es en países de tradición española con alimentación HIPERCALÓRICA navideña: turrones, mazapanes, mantecados...