viernes, 10 de agosto de 2012

Un descubrimiento inesperado

Es interesante el como la gente cambia con el paso del tiempo. Y no me refiero a un largo período de tiempo, no, me refiero a tan solo unos meses.

En Gijón, me quedan tres amigos: Andrea, Lara e Irene. Tres personas en las que siempre he confiado y que siempre han estado ahí para mi y yo para ellos. Hemos tenido nuestros altos y nuestros bajos, pero como en cualquier relación.
Cada una de las veces que he vuelto por vacaciones, ya fuese verano o navidad, no me han faltado llamadas de estas personas para quedar a tomar algo, o sencillamente pasar la tarde en casa conmigo haciendo cualquier cosa. Sin embargo, en mi actual visita parece que las cosas han cambiado. Nuevas amistades, y el "veneno rompeamistades" por excelencia: chicos.
Mi amiga Andrea ya tenía un novio desde hace tiempo, y no voy a mentir, esto la ha cambiado de una manera increíble. ¿Dónde está la graciosa persona que yo dejé? ¿Dónde quedó la escandalosa amiga mía? ¿Dónde?
Por otro lado está Irene, que parece ser que también a encontrado a un nuevo chico, y por lo tanto cesa de quedar conmigo.
Todo es un poco diferente con Lara, aunque el dibujo es el mismo. Exactamente el mismo.

Mi pregunta es: ¿Por qué la gente tiene que cambiar tanto por una relación? ¿Dónde está la personalidad?
Espero que esto nunca me ocurra a mi. Y sé de buena tinta que nunca me pasará. A mi no me cambia nadie. La persona que me quiera, será aquella persona que me quiera como soy. Y eso incluye a todas mis amistades que nunca voy a dejar de lado.
Venga, por favor, hay tiempo suficiente para pasar en pareja sin dejar de lado a los amigos. Sobre todo a esos amigos que vuelven a su ciudad: primero, para ver a su familia; y segundo, para estar con sus amigos, y sin embargo se pasan la tarde entera en casa sin hacer nada, porque todos sus amigos están ocupados.
De haberlo sabido, me hubiera quedado en Madrid una semana con gente que de verdad tiene ganas de verme.




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